sábado, 26 de enero de 2008

Vehiculos MRAP Bajo Fuego Iraki


ORLANDO ORAMAS LEÓN

Cuando la aviación y artillería del Pentágono culminaron sus rondas de bombardeos de "ablandamiento" sobre Bagdad y otras ciudades iraquíes, comenzó lo que en aquellos días (pronto harán cinco años) pareció un paseo triunfal para los ocupantes.

El MRAP ya está bajo fuego en Iraq.

La desarticulación del ejército de Saddam Husseim, que poco defendió las grandes plazas, preconizaba un final feliz para las tropas yankis, que, sin embargo, bien temprano empezaron a sufrir en carne propia la beligerancia de ese pueblo de cultura milenaria.

Y aunque un año después, y desde la segura cubierta de un portaaviones, el presidente Bush dio por cumplida la misión, la verdad que sigue hasta hoy es la de la violencia, ingobernabilidad y dependencia del régimen instalado en Bagdad hacia las tropas de Estados Unidos, que cobró miles de vidas a esa nación árabe, pero también pagó lo suyo.

Está planteada desde entonces una guerra asimétrica: de un lado lo más avanzado de la tecnología militar, el más mortífero poder de fuego y la movilización de más de 100 000 militares norteamericanos, y del otro la insurgencia que actúa en pequeños grupos, ataca y desaparece, mientras recurre a la inventiva popular para desgastar al poderoso adversario.

Más de 700 marines perdieron la vida a bordo de los Humvees.

La resistencia plantó cara sus desventajas: bazuka frente a tanque, armas improvisadas contra helicópteros artillados, y los mortíferos dispositivos explosivos artesanales camuflados en cualquier cosa y colocados al paso de los convoyes de militares o en los sitios de patrullaje, como ocurrió hace unos días cuando varios soldados estadounidenses murieron al explotar las bombas "sembradas" en la vivienda que registraban en una localidad iraquí.

Recuerdo que cuando la cosa se les puso caliente, los militares del Pentágono imploraban la entrega de chalecos antibalas reforzados, y no pocos los mandaron a pedir a sus familiares. Por entonces se movían en transportes Humvee, muy solicitados hasta que, de la noche a la mañana, comenzaron a volar por los aires con sus ocupantes incluidos.

Los marines, aterrorizados, colocaban blindaje extra a los transportes, pero ante cada nuevo grosor del metal los rebeldes se las ingeniaron para reforzar las cargas explosivas artesanales y convertir a los Humvees en los apestados de la contienda.

Un tercio de las bajas mortales del Cuerpo de Marines en Iraq ocurrió a bordo de estos vehículos, de los que poseen 3 700 y se proponen reemplazarlos en su totalidad para el año próximo.

Así se abrieron las puertas a lo que ya se conoce como los MRAP (Mine Resistant Ambush Protection), lo que en buen español se traduce como resistente a las minas y protección contra las emboscadas, pero también puede leerse como un nuevo filón para el complejo militar industrial.

Se trata de un carro de transporte sobre ruedas, de amplio uso, sobre todo en las ciudades, diseñado a un costo millonario para que su coraza en forma de V desviara explosiones de carretera, esas que han matado a más norteamericanos que cualquier otra táctica ofensiva de la insurgencia iraquí, como recuerda PL.

La administración Bush ordenó fabricar unos 20 000 MRAP, de los cuales 10 000 tienen como destino las calles y carreteras de Iraq, aunque de seguro Afganistán tendrá su lote con el incremento del accionar del talibán.

Si los ahora descartados Humvees costaron 150 000 dólares la unidad, los flamantes sucesores se fabrican a 750 000, por lo que saque usted la cuenta: dos buenos bombazos de la insurgencia convierten en chatarra un millón y medio de dólares.

De hecho, el pasado fin de semana murió el primer soldado estadounidense a bordo del sofisticado y caro MRAP, que ya comenzó a mostrar sus debilidades ante la decisión de los rebeldes iraquíes de ponérselas bien difíciles al prepotente agresor.

1 comentario:

Esmeralda dijo...

interesante articulo, que lástima que el gobierno estadounidense invierta tanto dinero en contruir armas que matan a inocentes, en lugar de invertir ese platal en su propia gente que anda mendigando por las calles sin techo o comida.
Que verguienza Bush