En caso no lo has visto...
La semana anterior, un matutino nacional nos da la noticia de que circulan en el país seis millones de celulares, 6,137,381 para ser exactos, y hay además más de un millón, 1,080,083, teléfonos fijos. Esto hace un total de más de siete millones, 7,217,464, de teléfonos en el Pulgarcito de América, al año 2007.
Lo anterior significa que cada salvadoreño tiene 1.27 celulares, si nos atenemos al dato que se maneja en el misterioso último censo ejecutado por el Ministerio de Economía el año pasado, y que indica que hay en El Salvador "algo así como" 5,700,000 habitantes.
¡Fíjese usted! ¡Cómo estamos de desarrollados! Si usted calcula, conservadoramente, un consumo promedio equivalente a US$ 25.00 por teléfono, ello significa que los salvadoreños gastamos unos ¡CIENTO OCHENTA MILLONES DE DÓLARES AL MES! en "hablar por teléfono", o sea, ¡MÁS DE DOS MIL MILLONES DE DÓLARES AL AÑO!, casi el presupuesto nacional. ¿Qué tanto hablamos? Pues, percibo que en una altísima proporción, ¡puro carburo!
¡Somos arrechos los guanacos! No hay frijoles, no hay trigo, no hay combustibles, no hay libros, no hay medicinas, no hay vivienda, pero hay más de siete millones de celulares, y al paso que vamos, ya habrá más de diez millones. ¡Cómo es de formidable el progreso! ¡Gobierno con sentido humano! El país le debe a medio mundo, la gente no se alimenta bien, pero todos tienen su celular, su fijo, y un pedacito más por si acaso.
Debo, de nuevo, citar a Ortega: El pueblo que invierte los valores es un pueblo perverso. No comer para estar hablando tonterías por teléfono es, así dicho, signo de clara perversidad. ¿Qué tanto habla un pueblo que no es ni educado? ¿Qué tanto habla un pueblo que ni siquiera sabe hablar?
La noticia anterior no es otra cosa más que la confirmación de que somos un pueblo alienado, alienado en la cosa, en este caso, en el teléfono. Juan Federico Guillermo Hegel, el famoso filósofo cumbre del idealismo alemán, definió la alienación como un estado en el cual una entidad dada no es lo que podría ser.
Esto es, el hombre salvadoreño, alienado hasta la coronilla, no es, ni cerca, lo que podría ser.
El hombre auténtico, no alienado, debería ser, para Hegel, el absoluto, para Marx, el proletariado.
El concepto de alienación tomó diferentes formas en los sucesores de Hegel, (Luis Feuerbach y la alienación religiosa, Marx y la alienación en el trabajo, o en el hombre económicamente esclavizado, etc.). La alienación es una inversión sujeto-predicado que mediante un extrañamiento teórico provoca un extrañamiento real: El hombre, (sujeto inicial), crea la cosa, (predicado inicial), para después alienarse, el hombre, (predicado final), en la cosa, (sujeto final).
En este caso, el hombre crea el teléfono celular, para después alienarse en él.
Pasa así a depender de él.
El salvadoreño es típico en estas formas de alienación.
Se aliena en el consumismo, que lo destruye vorazmente, y deja de ser así, auténtico.
Abandona su existencia auténtica para volcarse en una existencia alienada.
Sin más ni menos. Eso, hay que decirlo, lo hace estúpido. Marx decía en los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, que demasiadas cosas útiles hacen demasiados hombres inútiles.
Y eso es lo que está pasando con nuestra gente en el país.
Más de siete millones de teléfonos en un país en que la gente no lee, que tiene, más o menos, un periódico para cada 30 ó 40 habitantes, (Europa tiene un periódico para cada 10 habitantes, y en algunos casos como la ciudad de Parma en Italia, un periódico por cada cinco habitantes, y además, ¡Qué periódicos!).
Más de siete millones de teléfonos en un país cuyo promedio de escolaridad es de cinco grados, y cuya cultura va perdiéndose macabramente vía transculturación; en un país con enormes y críticas deficiencias de salud; en un país donde ya no hay maíz para las tortillas, ni frijoles para el casamiento, ni trigo para el pan; en un país en el que el sistema de transporte es no sólo arcaico sino un verdadero atentado a la seguridad y a la higiene; en un país en donde asesinan 9, 10 u 11 personas diarias; en un país que expulsa violentamente a más de la mitad de sus jóvenes por falta de oportunidades, (de Cuba, país con más de once millones de habitantes, después de 50 años de revolución, se han ido medio millón de cubanos; de El Salvador, país con menos de seis millones de habitantes, a menos de 20 años de acuerdos de paz, se han ido más de dos millones y medio de salvadoreños);…………… ¡Por favor! Eso no puede llamarse progreso, ni desarrollo.
Eso es alienación pura, el hombre alienado en la cosa, fruto del consumismo voraz.
¿Siete millones de teléfonos? ¡Bahhhhhhh! Pura tontería. ¡Pueblo perverso! ¡Eso somos!
domingo, 30 de marzo de 2008
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